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Olivia tiene 28 años y es la directora de una empresa importante que vende caramelos. Hace cinco años que está casada con Zac, periodista guapísimo, que hace tres años dejó un buen trabajo para dedicarse a escribir una novela. La obsesión de Zac a la hora de escribir esta novela hace que no tenga tiempo para disfrutar de un matrimonio que comenzó con mucho amor.
Hoy por hoy, Liv está triste, enfadada y dolida, y se siente poco valorada, poco comprendida y muy presionada porque lleva el peso de la manutención en su casa. Y, lo más importante, se siente perdida e indecisa sobre una decisión que le duele tomar. Sus amigas y su compañero en el trabajo acusan a su marido de la infelicidad que le ven a diario en la cara; su madre le pide paciencia, y ella... ella sólo quiere volver a ser feliz.
De repente recibe un regalo y una proposición. Ella es consciente de que, dependiendo de la decisión que tome, su vida ya no volverá a ser la misma, pero es que las cosas no pueden continuar de esta manera. Ya ha decidido divorciarse de su marido, aunque esperará a que termine la novela para no dejarlo colgado y sin recursos económicos. Pero, a pesar de que ella se quiere divorciar y en su corazón ya no quiere seguir con su marido, ¿es ese motivo suficiente para empezar otra historia?
Este debate moral es de absoluta actualidad, pero Lena Valenti hace de esta situación una novela desesperantemente corta (poco más de 150 páginas), que es completamente previsible, aunque no por ello deja de sorprender en algunos puntos de la trama de la historia. Independientemente de este aspecto, sigo viendo talento en todo lo que escribe esta autora, porque aunque puedes intuir quién es el misterioso amante, qué papel llevará a cabo cada personaje y cómo acabará esta historia, su prosa te atrapa y no te deja, hasta el punto de que no te levantas de la silla, del sofá o de la hamaca o de donde sea que leas, hasta que lo acabas. Al ser una novela tan corta, no la interrumpes, lo que te da una visión de conjunto muy precisa, ya que tienes los diálogos, las situaciones y las emociones ante ti y no en la parte de la memoria donde se vayan las palabras de los libros que leemos mientras continuamos con nuestra vida.
Hay una única narradora, un único punto de vista de la historia, el de Liv, y a pesar de todo, conseguimos saber (eso sí, al final) qué piensa su marido. Y como es justamente al final, hemos tenido toda la novela para compadecernos del fracaso matrimonial de la protagonista, y, en un par de páginas (esto si no has adivinado antes por donde van los tiros), acabas pensando que la felicidad hay que trabajarla todos los días, que las historias donde las princesas son amadas por el simple hecho de existir y no dan nada a cambio sólo acaban bien en un cuento; la realidad, sin embargo, es que conseguir ser feliz es un reto diario. Y una historia de amor no tiene un final feliz garantizado en el momento en que se sella con un beso, con un anillo o con una promesa. Comienza justamente entonces.
Y rápidamente se inicia un debate moral sobre el matrimonio, la felicidad y la lealtad que te hará preguntarte qué harías tú en la misma situación.
Vemos, desde fuera, como los consejos bienintencionados de personas que aman a Liv la están conduciendo hacia una situación aún más angustiosa.
¿Cuándo fue más verdad que un matrimonio es cosa de dos?
¿Alguien pensó que el amor inicial en una relación era suficiente para toda la vida?
¿Tenemos un deber moral para con nosotros mismos para ser felices y buscar nuestra propia felicidad al precio que sea?
¿Vale la pena mantener una relación que ya no nos satisface?
¿Cuál es el factor que nos hace llegar al punto de dejar de luchar por un matrimonio que se está hundiendo?
Juzgar, criticar, hablar. Es muy fácil cuando se trata de los demás. Sin embargo, ¿y cuando nos pasa a nosotros? ¿Qué haríamos si...
No dudes más y anímate a leerla.
Libros
1. ¿Y tú qué harías si...?
2. ¿Y tú qué harías por...? (fecha prevista de publicación para diciembre de 2015)
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